Singularidades.
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Violencia II 2
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Reflexiones Sobre la Muerte de Bruno Ganz
Diagnóstico
12/11/2023
Mnemotecnia
Después de las repeticiones
de lo que llamamos vida
tal vez
después de las repeticiones
y de las interrupciones
de lo que llamamos vida
tal vez
después de las repeticiones,
y de las interacciones,
de lo que llamamos vida
tal vez
después de las repeticiones
y de las alteraciones
de lo que llamamos vida
tal vez
después de todas las
repeticiones
alteraciones
interacciones
interrupciones
pausas, leves
y pesadas
cortaslargas
inmedibles
de lo que llamamos vida
tal vez
después de
las
re pe
ti cio
nes
las huídas
las caídas
las dejadas y traídas y las crudas y cocidas y las verdes y maduras y las altas y las bajas y las bellas y las feas y las ganas
y las trabas
y las viejas y las nuevas
y las pobres y las ricas
las de allá y de acá y de siempre
de siempre
de siempre
y después al fin de todas
de todas
de todas
de todas las repeticiones
de esto que llamamos vida
tal vez...
7/31/2013
Memoria Olfativa
El pañuelito de encaje blanco volando en tu mano con la brisa marina. El olor a sal y pescado penetrantes, imponentes, enmarcando la última vez que te vería, imprimiendo todas las sensaciones de ese día de manera indeleble en mi memoria.
¡Adiós, adiós!
Las gaviotas gritaban sus chillidos desesperados, mientras los demás pasajeros se deshacían en una sinfonía de llantos y conversaciones: charlas sinsentido y despedidas que querían hacerse más largas, prolongarse hasta el infinito.
¡Adiós...!
Mientras el sol quemante abrasaba mis mejillas con un calor que mis lágrimas no alcanzaban a refrescar. Mientras el viento deshacía tu peinado tan cuidadosamente elaborado y alborotaba mi melena como queriendo empujar mi vista que luchaba por alcanzar más allá de sus límites con tal de no dejar de verte.
¡Adiós...!
Una vez más...
Porque esta misma historia se repite, con la misma punzada cerca del corazón, casi justo en medio del pecho; con la fuerza de aquel mismo día; con la misma sensación de suelo abriéndose bajo mis pies cada vez que, como ahora, inadvertidamente, paso caminando junto a una pescadería abierta.
7/06/2013
6/05/2013
Reflexiones sobre Anticristo, de Lars Von Trier
Asumo que quien esto lea habrá ya visto la película. Si no la ha visto, no planeo relatar la historia: no soy quién para echar a perder el gusto que da descubrir una historia por uno mismo. Recomiendo entonces ampliamente acercarse a verla, pero valga la advertencia: no es fácil, más bien todo lo contrario.
Asumo pues, no el papel de crítico de cine, sino de persona conmovida e interesada en desenhebrar qué se esconde tras la mente de quien es probablemente el cineasta más importante de estos años, y lo que de sí mismo proyecta en los personajes y situaciones de sus obras en general, y de esta película en particular.
Anticristo es una película de terror. Aparentemente, a mucha gente se le olvida esto. Lars Von Trier decide seguir las convenciones de una película de género para poder dar rienda suelta a una serie de imágenes que son progresivamente perturbadoras. Y aunque el cine es un arte narrativo que depende primordialmente de las imágenes para darse a entender, en el caso de Lars Von Trier, el expresionismo impuesto en sus imágenes tiene además una carga profundamente metafísica. Las cosas nunca son lo que parecen, y más allá del lugar común, pareciera que el objetivo de LVT es sacar a sus personajes de cualquier contexto que pudiera distraernos de lo que en realidad quiere mostrarnos: seres humanos enfrentados con lo más crudo de su propia humanidad.
Así, una pareja marcada por la trágica pérdida de su hijo sale de la protección y comodidad de su apartamento clasemediero citadino para ir a encerrarse en una cabaña en el bosque, a merced de los elementos naturales, de los animales salvajes, pero sobre todo, a merced de ellos mismos.
Él, un terapeuta exitoso, decide que el tratamiento que su mujer recibe para ayudarla a pasar por el duelo es inefectivo. Toma entonces en sus manos el dolor de su mujer y se resuelve a sanarla. Dado que no hay avance mientras están en su departamento, él decide entonces llevarla a la cabaña llamada "Edén", donde ella, un año antes, había estado junto con su pequeño hijo preparando una tesis sobre ginocidio y misoginia.
Aquí el primer apunte que me llama la atención: una mujer obsesionada con las ideas que sostienen que la mujer es causa del mal y merece ser castigada. Un hombre que considera que la salud mental de "su" mujer es su responsabilidad y, en contra de todo sentido común y sentido de la ética médica y profesional, decide que es el único capaz de "curarla".
Una vez en la cabaña, una serie de eventos en apariencia inexplicables, junto con la tensión emocional cada vez más insoportable, permean toda la película con un sentimiento de inestabilidad que no se resuelve sino hasta el final de la cinta. Pero más allá de consideraciones fantasmagóricas, la verdadera historia es la de ella. Al principio, mientras es poseída por su marido en una escena por demás explícita, vemos una mujer completamente sexual y sensual. Imagen que es inmediatamente reemplazada por el de una mujer rota, perdida por la muerte de su hijo, sumida en una depresión cada vez más profunda. En el bosque, esa desesperación se transforma en ira irracional, en paranoia y esquizofrenia violenta que la llevan a cometer atrocidad tras atrocidad, hasta que, cual animal rabioso, es responsabilidad de su esposo acabar con el mal de raíz, acabando así su vida asesinada a manos del que se supone era su compañero.
Es fácil caer en la trampa de pensar que Lars Von Trier está tratando de decirnos que las mujeres son malvadas por naturaleza y, como tales, son peligrosas per se. Yo pido considerar los siguientes elementos para desmentir tal tesis:
1. Ella es, por mucho, el personaje mejor dibujado. No es propiamente una antagonista maligna con la que uno no sienta la menor empatía. Vemos su gradual descomposición mental y no podemos menos que conmovernos por que sabemos que no tendrá buen fin. Caemos junto con ella en el abismo, somos testigos y partícipes de su agonía. Él es sólo la presencia masculina, apolínea, si se quiere, que trata por todos los medios de encontrar una vía para que la razón y la lógica contengan la avalancha de sentimientos y emociones que su esposa vive, sufre. Como descubriremos después, una vez descubierto el escondrijo del caos, es imposible contenerlo.
2. Ella no es un arquetipo, pero sufre, sin embargo, las mismas cadenas arquetípicas que han sufrido todas las mujeres desde tiempos inmemoriales. Ella busca la salida a la situación de ser mujer, no porque no le guste ser mujer, sino por lo que ser mujer implica. Caer en uno de los tantos roles que de ellas se espera, sin ser jamás su persona verdadera. No es casual que no tenga una carrera real. Ella vive de la sombre de su esposo. Vive para dedicarse a su hijo. Vive para ser admirada por una sociedad que espera de ella ser lo que son todas las demás: amiga, amante, madre. En su investigación acerca del mal en las mujeres, llega a descubrir que tiene más en común con aquellas condenadas descritas en sus libros que con sus contemporáneas. Las mujeres quemadas en la hoguera, las brujas ¿qué eran sino mujeres que no sabían cual era su lugar? Las pequeñas torturas infligidas a su hijo no son otra cosa que los pequeños atisbos de una rebelión que culminará con la escena de automutilación hacia el final de la película. Negándose como madre, como esposa, como mujer sexual, no está haciendo sino liberarse de todo aquello por lo cual podría servir a un hombre.
3. La mujer teme a la naturaleza, pero sólo por oposición al ser propio que intuye. Al principio ella no quiere ir al bosque, mas después se reconcilia con esa naturaleza desbordada que Él encuentra amenazadora y terrible. Justo cuando Ella se levanta sintiéndose bien, sonriente después de tanto tiempo, aparentemente curada, justo entonces es cuando Él le dice que la ve peor que nunca. Porque al fin Él no encuentra explicación lógica para su renovado optimismo; porque al fin Él teme esa naturaleza caótica, imposible de contener, de racionalizar. "El caos reina", dice el zorro moribundo, y él tiembla, no tanto por ver a un zorro hablar, sino por la realización de esta verdad básica, que lo deja al fin, desnudo y temeroso, inquieto ante lo que pueda venir cuando no somos capaces de controlar lo que nos rodea.
4. Es por ello que el final es tan significativo. Al no poder controlar el caos que Él mismo provocó, la única salida que le queda es matarla. Destruir aquello que está fuera de sus manos parece ser la salida más obvia. Muchos habrán estado de acuerdo con esta solución final, pero hay que considerar que uno no puede golpear un avispero y esperar no ser picado. Lars Von Trier es un creyente reverente del poder subyugante de lo femenino, e intuye también lo terrible que tal poder puede llegar a ser.
"La naturaleza es la iglesia del diablo" dice ella, asumiendo así su papel de bruja. De mujer primero eminentemente sexual, después destructora, para al final ser destruida por el poder masculino que no sabe contenerla. La historia es triste. Lars Von Trier no cree en las personas, no cree que las buenas intenciones tengan algún tipo de efecto sobre los resultados finales de nuestras obras. Todos vamos camino de nuestra propia autodestrucción, sea ésta emocional, física o moral. Sin embargo, hay opciones para hacerlo, siendo la mejor la más auténtica. El papel de ella adquiere entonces una nueva relevancia en base a este descubrimiento. Asume su papel de villana de la historia hasta sus últimas consecuencias. Morirá, lo sabemos casi desde el principio del fin, pero no morirá sin habernos enseñado una lección muy importante.
Llevada al extremo, empujada más allá de los límites de lo decente, abusada de una forma u otra hasta el ya no va más, una mujer se convierte en un ser extremadamente peligroso. Von Trier parece querer recordarnos que el mal existe dentro de todos nosotros, pero ¿cuál es la raíz de dicho mal? ¿la violencia que la mujer ejerce sobre su marido una vez pasado el punto de no retorno? ¿O la violencia sistemática que la mujer sufre sistemáticamente, disfrazada de cariño, de obligación, de lugar en la sociedad en la que vive?