Y una vez más, caigo en las garras de la decepción. Me pregunto si será posible encontrar una persona capaz de vivir a la altura de lo que de ella se espera. No me rajo, no me malinterpreten, pero es que ir de convencidos a escépticos, a burlones, atacantes y defensores es extenuante.
Y en esta esquina: los defensores a ultranza de lo indefendible. Aquellos que señalan con dedo flamígero a a aquellos que se atreven a cuestionar el estado de las cosas y los tachan de traidores a la patria, a la vida y al amor. Descastados y casi casi sidosos, si es que eso todavía se considera un insulto. En la otra esquina, los mismos. Sosteniendo otras pancartas, las opuestas a la de los otros, pero con la misma actitud escurriéndoles por los poros.
Y en medio estamos nosotros. Los que pensamos antes de hablar y antes de actuar. Los tibios, los que al no ser radicales ni ultras no podemos (no tenemos derecho a ) alzar la voz y quejarnos, decir que también nosotros importamos, que nuestros problemas son suyos, porque somos de los mismos.
Y ahora ¿Qué?
La carpa astracanesca del mundo que nos rodea se abre una vez más. Los que tienen la lucha por vocación se enfrascarán en una guerra más, perdida de antemano, y no importa de qué lado se pelee... Todo son entretenciones en lo que esperamos el siguiente movimiento de la cola del perro.
La defensa o el ataque. La cara o la cola. La vanguardia o los de atrás.
Seguiré observando, reportando y mentándoles la madre, cabrones. Que me la hacen imposible...
Y en esta esquina: los defensores a ultranza de lo indefendible. Aquellos que señalan con dedo flamígero a a aquellos que se atreven a cuestionar el estado de las cosas y los tachan de traidores a la patria, a la vida y al amor. Descastados y casi casi sidosos, si es que eso todavía se considera un insulto. En la otra esquina, los mismos. Sosteniendo otras pancartas, las opuestas a la de los otros, pero con la misma actitud escurriéndoles por los poros.
Y en medio estamos nosotros. Los que pensamos antes de hablar y antes de actuar. Los tibios, los que al no ser radicales ni ultras no podemos (no tenemos derecho a ) alzar la voz y quejarnos, decir que también nosotros importamos, que nuestros problemas son suyos, porque somos de los mismos.
Y ahora ¿Qué?
La carpa astracanesca del mundo que nos rodea se abre una vez más. Los que tienen la lucha por vocación se enfrascarán en una guerra más, perdida de antemano, y no importa de qué lado se pelee... Todo son entretenciones en lo que esperamos el siguiente movimiento de la cola del perro.
La defensa o el ataque. La cara o la cola. La vanguardia o los de atrás.
Seguiré observando, reportando y mentándoles la madre, cabrones. Que me la hacen imposible...
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