La situación actual frente a las próximas elecciones, en el marco de la marcha "Yo Soy 132" y el simulacro de elecciones en la UNAM, junto con las expresiones en las dichosas "redes sociales", pintan un panorama sin precedentes en la historia nacional.
Jamás en nuestro país se había dado una comunicación tan inmediata y fuerte entre los actores políticos y los votantes. Ya lo dijo Andrés Manuel López Obrador: Desde las elecciones del 2006, la política dejó de ser asunto de políticos de profesión y se convirtió en asunto del pueblo, con todas las implicaciones que eso conlleva. ¿El resultado? Varios puntos a destacar:
1. La polarización del electorado, dividiéndose éste entre los que apoyan al candidato del PRI, y los que bajo ninguna circunstancia quieren que llegue al poder.
2. Derivada de la anterior, la impresionante ola de protestas, ataques y ridiculizaciones que hacen mella en la imagen del mencionado candidato. Que podrán no tener mucho eco en los medio masivos y tradicionales de comunicación (léase radio y televisión, primordialmente) pero que tienen presencia fuerte y constante en Internet y en los medios independientes y disidentes habituales.
3. El surgimiento de una nueva conciencia política y participativa entre los jóvenes universitarios, quienes son los que más quieren un cambio de paradigma nacional ante el negro presente que les toca vivir y el todavía más oscuro futuro que se les presenta.
4. La famosa "solidaridad" mexicana tan llamada a la participación en espectáculos mediáticos como el Teletón, por poner un ejemplo, surge y toma un nuevo significado frente a las denuncias de represión o amenazas por parte del poder en contra del pueblo.
Ahora bien, el acuerdo en no dejar pasar al candidato del PRI a la presidencia de manera irregular y fraudulenta es un punto de inicio bueno y deseable, así como lo son las expresiones de repudio a la manipulación y la exigencia de transparencia en el próximo proceso electoral. Sin embargo, ¿es esto suficiente para asegurar que Enrique Peña Nieto no llegue a la presidencia?
Aquí también hay algunos puntos a observar:
1. El tener una posición negativa hacia un problema no implica que se esté proponiendo una alternativa. Decir "yo no voy a votar por Peña Nieto" no es una respuesta válida a la pregunta "por quién vas a votar". Y,
2. Se debe de tomar en cuenta que, a pesar que la sociedad internauta y universitaria está en contra del regreso del PRI al poder presidencial, queda aún el apoyo de las masas populares. Existen millones de personas que podemos dividir en la mayoría chantajeada (agremiada en sindicatos) o cautivada (presa de organizaciones "populares" como Antorcha Campesina), además de los que buscan algún provecho propio (dirigentes de organizaciones del partido) y los poquísimos "convencidos", que en verdad creen que el PRI en los pinos puede llevar al país por el rumbo correcto. Mención aparte merecen aquellos que están siendo llevados por una muy inteligente campaña mercadotécnica a creer en el "producto Peña Nieto". Todos ellos representan el voto duro del PRI y creo que ganan por mucho la competencia en cuanto a números.
¿Qué hacer entonces, para asegurar que no ganen los de siempre?
Como bien se ha enfatizado en las redes sociales, la mejor arma es la información. Difundir las trampas preparadas y ya cometidas es el primer paso. Participar de manera activa y estar enterado de los pasos de los candidatos es el segundo. Las estrategias del PRI para tratar de acallar a la oposición en redes sociales e Internet no han tenido resultado, por que no entienden que el Internet es un medio demasiado grande para controlarlo. La calumnia principal se lleva a cabo por la televisión, el radio y algunos medios impresos, por lo que es importante monitorear y denunciar tanto las mentira como la omisión.
Más allá de esto, la cuestión principal sigue presente: ¿Por quién votar?
Sin pretender convencer a nadie, la respuesta es muy sencilla: se deben conocer propuestas, comparar posibles resultados y tomar una decisión informada. De nosotros depende hacer todo lo posible para que, en caso que los resultados de la elección no correspondan con los deseos legítimos del pueblo, no quede la menor duda, en ningún mexicano, que hubo fraude. Las consecuencias de tal resultado tendrán que ser bien pensadas y reflexionadas, pues no creo equivocarme al decir que, después de esta elección, nada en México volverá a ser igual.
Jamás en nuestro país se había dado una comunicación tan inmediata y fuerte entre los actores políticos y los votantes. Ya lo dijo Andrés Manuel López Obrador: Desde las elecciones del 2006, la política dejó de ser asunto de políticos de profesión y se convirtió en asunto del pueblo, con todas las implicaciones que eso conlleva. ¿El resultado? Varios puntos a destacar:
1. La polarización del electorado, dividiéndose éste entre los que apoyan al candidato del PRI, y los que bajo ninguna circunstancia quieren que llegue al poder.
2. Derivada de la anterior, la impresionante ola de protestas, ataques y ridiculizaciones que hacen mella en la imagen del mencionado candidato. Que podrán no tener mucho eco en los medio masivos y tradicionales de comunicación (léase radio y televisión, primordialmente) pero que tienen presencia fuerte y constante en Internet y en los medios independientes y disidentes habituales.
3. El surgimiento de una nueva conciencia política y participativa entre los jóvenes universitarios, quienes son los que más quieren un cambio de paradigma nacional ante el negro presente que les toca vivir y el todavía más oscuro futuro que se les presenta.
4. La famosa "solidaridad" mexicana tan llamada a la participación en espectáculos mediáticos como el Teletón, por poner un ejemplo, surge y toma un nuevo significado frente a las denuncias de represión o amenazas por parte del poder en contra del pueblo.
Ahora bien, el acuerdo en no dejar pasar al candidato del PRI a la presidencia de manera irregular y fraudulenta es un punto de inicio bueno y deseable, así como lo son las expresiones de repudio a la manipulación y la exigencia de transparencia en el próximo proceso electoral. Sin embargo, ¿es esto suficiente para asegurar que Enrique Peña Nieto no llegue a la presidencia?
Aquí también hay algunos puntos a observar:
1. El tener una posición negativa hacia un problema no implica que se esté proponiendo una alternativa. Decir "yo no voy a votar por Peña Nieto" no es una respuesta válida a la pregunta "por quién vas a votar". Y,
2. Se debe de tomar en cuenta que, a pesar que la sociedad internauta y universitaria está en contra del regreso del PRI al poder presidencial, queda aún el apoyo de las masas populares. Existen millones de personas que podemos dividir en la mayoría chantajeada (agremiada en sindicatos) o cautivada (presa de organizaciones "populares" como Antorcha Campesina), además de los que buscan algún provecho propio (dirigentes de organizaciones del partido) y los poquísimos "convencidos", que en verdad creen que el PRI en los pinos puede llevar al país por el rumbo correcto. Mención aparte merecen aquellos que están siendo llevados por una muy inteligente campaña mercadotécnica a creer en el "producto Peña Nieto". Todos ellos representan el voto duro del PRI y creo que ganan por mucho la competencia en cuanto a números.
¿Qué hacer entonces, para asegurar que no ganen los de siempre?
Como bien se ha enfatizado en las redes sociales, la mejor arma es la información. Difundir las trampas preparadas y ya cometidas es el primer paso. Participar de manera activa y estar enterado de los pasos de los candidatos es el segundo. Las estrategias del PRI para tratar de acallar a la oposición en redes sociales e Internet no han tenido resultado, por que no entienden que el Internet es un medio demasiado grande para controlarlo. La calumnia principal se lleva a cabo por la televisión, el radio y algunos medios impresos, por lo que es importante monitorear y denunciar tanto las mentira como la omisión.
Más allá de esto, la cuestión principal sigue presente: ¿Por quién votar?
Sin pretender convencer a nadie, la respuesta es muy sencilla: se deben conocer propuestas, comparar posibles resultados y tomar una decisión informada. De nosotros depende hacer todo lo posible para que, en caso que los resultados de la elección no correspondan con los deseos legítimos del pueblo, no quede la menor duda, en ningún mexicano, que hubo fraude. Las consecuencias de tal resultado tendrán que ser bien pensadas y reflexionadas, pues no creo equivocarme al decir que, después de esta elección, nada en México volverá a ser igual.
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